El reconocido empresario llega por Semana Santa a presentar su nuevo libro en Ayacucho. Y de paso habla de los problemas y las posibilidades del Perú.

¿Cómo hacer que los inversionistas confíen en Perú?
Has hablado de una palabra muy profunda. Si hay confianza, puedes soñar, tener esperanzas, tener fe e ilusión; puedes creer en un futuro. Pero la confianza es una palabra tan simple y tan compleja. La confianza es que haya tranquilidad para que a los turistas no los roben. Un Estado de derecho que cobije a todos por igual es parte de generar confianza. Nos debíamos sentir orgullosos del Perú como destino turístico, pero eso no lo estamos capitalizando justamente porque no estamos mostrando esa confianza. Da tristeza que se hayan ido como 500 mil jóvenes que probablemente no van a regresar. 
Y se han ido cerca de US$30 mil millones en los últimos años. Entonces, hablar de la confianza es hablar de lo único que debiera darnos visibilidad y predictibilidad con visión de largo plazo. Sin confianza, no hay nada. 

¿Cómo destrabar el Estado? Usted tenía una receta.
El tema que adolecemos es la gestión. Nuestra gran crisis es esa. No se hacen los puentes, no se educa bien ni se cura por falta de gestión. No se terminan las obras por falta de gestión. Hablamos del concepto de trasversalización. Porque en Ayacucho, por ejemplo, la seguridad ciudadana la veían diferentes entes. ¿Cómo nos podíamos unir todos, anteponiendo el interés de Ayacucho? Y cuando se juntan todos, los actores recién destraban los procesos de manera increíble.

Estaba en Ayacucho cuando quemaron una mina, en la era Castillo. Hubo un cambio de gobierno, pero no cambió mucho más.
Pues sí, quemaron varias minas en el Perú, en Ayacucho. Y tuvimos que cancelar nuestro gran proyecto, el lanzamiento de la Ruta Encantada de los Cóndores. Teníamos los hoteles llenos, un ánimo gigantesco y se frustró todo justamente porque la gente empezó a tener miedo, cuando empezaron a quemar las minas. Entonces, de nuevo, es la confianza.

Habló con profesores. ¿Ha hablado con este gobierno?
Yo escucho, Carlos. Escucho. Creo que en este mundo esa es la palabra que más escasea. La escucha. Tenemos que ser humildes Para escuchar, para oír puntos de vista que piensan o no como nosotros. Estamos viviendo un mundo donde creemos que tenemos la razón en todo y no es así. Tenemos que ser humildes para escuchar, pero en el Perú está mal visto escuchar. La gente quiere el progreso, quiere mejores condiciones Y quiere salir de donde está. Y todos sentimos que estamos en un hoyo. Y para mí, en este caso, Ayacucho es fundamental. 

Se sataniza el diáIogo con quien piensa distinto. Se le criticó por reunirse con el Partido Morado . Pero luego se ha juntado con todos, incluyendo a Rafael Belaunde y otros. Estamos polarizados.
Usé la frase “conversar no es pactar”, pero habría querido decir “aprendamos a escuchar”. Estamos siendo muy polarizados, en muchos casos. No podemos juntarnos con alguien que piense diferente. ¿Por qué no intentar hablar y escuchar a alguien que piensa diferente? Yo he hablado y he escuchado a muchas personas. Y me siento orgulloso de haberlo hecho. Porque aprendo cada día. Y me dan grandes mensajes. Eso no quiere decir que yo piense como todos. Yo tengo absolutamente mi modelo personal. 

¿Qué le diría a los empresarios?
Que no pierdan la esperanza. El Perú es nuestra casa. No la descuidemos. Cuidemos nuestro hogar, cuidemos lo que tenemos. Está en nuestras manos cuidarlo. No permitamos que los vándalos destruyan nuestra casa.

¿Cómo licitar sin corrupción?

La licitación en el Perú es compleja y engorrosa. Pero hay una palabra que define nuestras licitaciones: comprar el más barato. Luego pones asterisco y barra y puedes hacer adendas. Por eso se empieza un proyecto en 800 millones y termina en 4 mil millones. O empieza en mil millones y termina en 7 mil millones. Un hospital en Sullana empieza en 60 millones y termina en 400 millones. ¿Por qué? Por las adendas. En los países desarrollados ya no compran el más barato: compran el medio pertecto. Así no se dejan llevar por las futuras adendas. El Perú necesita un gran cambio en la forma de comprar y licitar.

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