Son escenas que se repiten todos los días desde el pasado lunes 4 de marzo. Ese día, el parque “Néstor S. Martos” fue tomado alevosamente por asalto y cercado de inmediato para que el Paseo de Aguas de Madrid comenzara a construirse.

 Esa acometida, que empezó desde las primeras horas de la madrugada de ese mencionado día y se usó gente de mal vivir como puntas de lanza para llevarla a cabo, fue consumándose como al mediodía. Una infamia así, pocas veces se ha visto en Piura. 

Ayer -y estas son las escenas que se están repitiendo diariamente por acá-, se vio a un joven padre de familia acercarse y ponerse detrás de la malla que circunda ahora a lo que aún queda del parque “Néstor S.  Martos”, y levantar y colocar luego sobre sus hombros y en horcajadas a su pequeño hijo. Un niño que antes jugaba todas las tardes aquí. “Lo he traído para que vea por última vez el parque que conoció”, nos dijo el papá. 

Un nieto nuestro también les pidió a sus padres que lo trajeran hasta acá para ver lo que le estaban haciendo al parque donde venía a jugar cuando nos visitaba. André, que es su nombre, llegó con su mamá y dos hermanitas. La madre tuvo que salir a buscarlo porque de repente desapareció, y cuando lo encontró y regresó con él de la mano, André no pudo contener las lágrimas contando lo que había visto tendido en el suelo y levantando apenas la malla desde abajo con sus manitos.

Ahora se ven a otros papás pasando por aquí con sus niños, y deteniéndose aquí o allá, para decirles a éstos que ya no podrán nunca jamás jugar allí como antes. Ellos mismos, los papás, se llenan de nostalgia recordando las veces en que, a esa misma edad de sus hijos y cuando a la vez eran hijos de quienes ahora son abuelos de los suyos, disfrutaron también de este lugar. Maldito seas Madrid, dirán.

Hablando de él, ayer los inútiles de la oficina de Imagen Institucional de su municipio le armaron de forma virtual una presentación en vivo.

Si lo que intentaban éstos era lavarle la cara a Madrid, fracasaron. Lo mandaron más al hoyo. Madrid carece de empatía, no cae simpático, se le siente falso. Y a raíz de los acontecido con el parque “Néstor S. Martos”, las cosas se le han puesto peor. Ahora, lo del mencionado parque y su Paseo de Aguas ya es un asunto judicializado y un tema que ha escalado en la opinión pública alturas que no tuvo al comienzo. Lo último, gracias a las redes sociales y a los mismos desatinos de Madrid.

Ayer, en su penosa aparición de manera virtual, en un día y en una hora (6.30 p.m.) tan inapropiados y adefesieros como los escogidos, supuestamente para explicarle a la ciudadanía sus planes de gobierno y responderle a ésta cualquier pregunta sobre temas puntuales que pudieran tener, a quien se tenía enfrente era a un Madrid mintiendo, enredándose en medias verdades y proyectando la imagen de un Alcalde desubicado, escurridizo y sin autoridad. Y lo fantástico -sólo es un decir para no traer a esta columna más vulgaridades de la que ella se puede permitir- fue constatar cómo los mozos de espuela de su oficina de Imagen Institucional se esmeraban, como ordinarios chupamedias, en bloquear a quienes preguntaban por el parque “Néstor S. Martos”, que ahora prácticamente ya no existe, y por ese abominado Paseo de Aguas que obsesiona tanto a Madrid, no tanto por amor al chancho sino a los chicharrones.

Sobre el particular, ¿Cuáles fueron las preguntas que Madrid no quiso responder? Las leerán mañana aquí mismo. Sólo diremos que lo sucedido con el parque “Néstor S. Martos” ha servido para que los vecinos de este lugar se conozcan mejor y sepan quién es quién, y para desnudar a Madrid antes los ojos de la colectividad piurana. A ver si ésta vez aprenden a escoger mejor a sus autoridades locales, provinciales y regionales, y a tomar conciencia de la necesidad de poner a gente proba en los cargos de elección popular. 

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