No esperemos nada bueno de la TV peruana sólo mariconadas y chismes indecentes de la peor calaña.
Hoy no salir en televisión es un signo de elegancia.
La televisión destruye sistemáticamente la diferencia entre lo normal y lo anormal, porque en sus parámetros lo normal carece en sí de interés suficiente y siempre habrá entonces que enfrentarlo a una alternativa. Su criterio no es la difusión de los valores y los principios sino el provocar el mayor impacto.
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