Roberto Bolaño

1. Hace un par de horas terminé de leer los Cuentos completos de Roberto Bolaño (Debolsillo, tercera reimpresión, diciembre 2020), y mi primera impresión es que no siento esa famosa depresión que ataca al lector cuando termina un libro, ya sea corto o largo, no, porque sé que si quiero, puedo regresar a la primera página y comenzar de nuevo.
2. El libro está integrado por los libros de cuentos 'Llamadas telefónicas' (1997), 'Putas asesinas' (2001), 'El gaucho insufrible' (2003), 'El secreto del mal' (2007) y un cuento que hasta no hace mucho había permanecido inédito o que más bien había sido publicado en una de esas ediciones no venales que suelen editar las instituciones culturales de provincias después de dar el fallo de sus concursos literarios: 'El contorno del ojo' (tercer accésit del certamen literario del II Premio Alfambra de Cuentos, 1983). Los dos primeros libros fueron publicados en vida del autor, los otros dos lo fueron ya de manera póstuma. En su momento Anagrama se encargó practicamente de toda la obra de Bolaño, hasta que su familia decidió mudar todo a la gran casa de Penguim Random House, ya entrada la primera década de los dosmiles.
3. Seiscientas cuarenta y siete páginas, incluido el prólogo de Lina Meruane. Tengo la impresión de que ya no hubo autores de renombre que se prestaran a escribir prólogo alguno a favor de Bolaño. Tengo la impresión de que los discursos caerían en el mismo lugar común que es hablar de la genialidad del chileno, del montón de megas que dejó almacenados en su computadora, habitados por cuentos, poemas, esbozos, cuentos inacabados, notas, ideas y demás párrafos enigmáticos. La familia del escritor no pudo dar con algún prologuista que no dejara pasar por alto el hecho ya conocido por el medio literario de que año con año se hacen labores titánicas para rascar algún grumo en el frasco vacío del escritor. Lina Meruane escribió un texto bastante elegante, sobrio, no cayó en la trampa de los elogios desmedidos ni en las sornas veladas hacia la figura de alguien que desde hace años no puede defenderse, porque su voz está extinguida en la eternidad, como el insolente de Christopher Domínguez Michael.
4. Llamadas telefónicas, Putas asesinas y el Gaucho insufrible, bien. De El secreto del mal hubiese omitido aquellos textos incabados, que hubiese sido como suprimir medio libro. Pero venga que El secreto del mal puede servir a los exquisitos fans de Bolaño para husmear qué es lo que éste tenía en mente si el hígado que esperaba hubiese llegado a tiempo.
5. No me considero fan de Bolaño, o al menos de ese tipo de fan bolañeano salvaje, sectario. Me considero un entusiasta lector de Bolaño más allá de su pose literaria... Soy su lector entusiasta por las semejanzas que ambos presentamos: errantes muchachos, latinoamericanos en Europa viviendo con incertidumbre y con las viejas fotos de nuestros días de México bajo la almohada.
6. Me he dado cuenta que leer a Bolaño es una especie de medidor de soledad barroniano: entre más solo me siento, más lo leo. Comencé a leerlo cuando vivía en México, pero no prosperaron las lecturas, pues por aquellos tiempos tenía amigos y una ciudad ardiente que clamaba por ser recorrida de polo a polo. Hoy, cuando me siento solo, llega Bolaño y me dice "¿Te acuerdas de Bucareli?, ¿te acuerdas de la Alameda?, ¿te acuerdas de la colonia Juárez?", y en lugar de llorar, dejo que me cuente, lo dejo hablarme, que me lleve de vuelta a aquellas calles sucias, quebradas y hermosas donde alguna vez fui feliz y no lo sabía.
7. No tengo esa depresión post-lectura. Pero creo que pasarán unos meses antes de que vuelva a leer algo de Bolaño, pues tengo, más que una política, una metodología para evitar quedar saturado por un autor. Desde Bukowski decidí no caer en esa trampa de querer leerme toda la obra de un escritor de tirón.
8. A pesar de que Bolaño es mexicano en esencia, los siguientes títulos que tengo en mente leer son "Estrella distante" y "Nocturno de Chile". Bolaño me ha despertado el interés por conocer ciertos episodios históricos de su país natal.
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