¡Fue una mujer, muy de su casa, con muchas virtudes!
MI MADRE
Fernández Mogollón, Santos María
fue el nombre completo de mi madre,
quien después de casada con mi padre,
de Carrillo por siempre suscribía.
Un racimo de virtudes orlaba
a su figura siempre obrando el bien,
quien como la Madre de Dios también
María era el nombre que llevaba,
y Santos, no por azar, lo iniciaba.
Mucha sensibilidad y armonía
con dulzura en sus actos exhibía,
que unidos a su carácter humilde
proyectaban en grande el retrato de
Fernández Mogollón, Santos María.
Conocida como doña Santitos,
en todo lugar y en la vecindad
por su paciencia, cariño y bondad,
y que campechanos y eruditos,
sin óbices expresaban a gritos.
El complemento ideal de mi padre
sin duda alguna que lo descuadre,
en el trabajo y vida en general
con fuerza y valentía genial
fue el nombre completo de mi madre.
A todos, inyecciones aplicaba
de la baja, media o alta “sociedad”,
con “buena mano”, técnica y bondad:
médico o enfermera la buscaba;
con ella, garantía no faltaba.
A todas las parturientas mi madre,
vecina, muy distante o comadre,
inyectó la “pitocín” sin error
que alumbramiento rápido dio por
quien, después de casada con mi padre
Incapaz de gritarnos o pegarnos,
de su bondad a veces abusábamos
pero con su tino, rápido entrábamos
en la senda recta sin alterarnos
ni guardar rencores o acusarnos.
Con mucho cariño y paciencia atendía
las actividades múltiples del día:
es la figura humilde, siempre clara,
quien desde que con mi padre se casara
de Carrillo, por siempre suscribía.
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